lunes, 5 de diciembre de 2011

Richard Rowland Kirkland, el ángel de Mary's Heights


“La estatua representa al sargento Kirkland levantando la cabeza de un soldado de la Unión herido para darle un sorbo de refrescante agua”.

            La historia humana está llena de inspirados ejemplos de la voluntad de algunos de servir a otros.



            Del 11 al 13 de diciembre de 1862, un gran ejército de la Unión, comandado por el General Ambrose Burnside, primero bombardeó y luego temporalmente ocupó el pueblo de Frederickburg, Virginia. El ataque fue visto como un preludio de una victoriosa marcha hacia Richmond, la capital enemiga o confederada.

            Después de una fiera lucha casa por casa y grandes bajas, los Federales o soldados de la Unión estuvieron en condiciones de ocupar la arruinada ciudad.

            Luego ellos volvieron su atención a Mary´s Heights, una gran colina que dominaba el pueblo, donde 6000 soldado confederados o del sur los esperaban bajo el mando de un genio militar llamado Robert E. Lee.


“Luego ellos volvieron su atención a Mary´s Heights, una gran colina que dominaba el pueblo…”

            La siguiente batalla probó ser uno de los grandes triunfos militares de Lee. Las fuerzas del sur estaban en seguras posiciones defensivas detrás de una muralla de piedras que rodeaba o daba vuelta a lo largo de los pies de la colina. Además había un camino hundido detrás de la muralla, lo que los dejaba fuera de la vista de las fuerzas de la Unión.

            Las tropas de la Unión – una fuerza de más de 40 mil hombres lanzaron una serie de ataques suicidas a campo abierto, terreno arriba por más de media milla desde el Río Rappahannock.

            Ellos fueron rechazados por repentinas ráfagas de fuego de mosquetes desde las posiciones confederadas y por el mortal fuego de los cañones apostados en la cumbre de la colina.

            Ninguno de los de las tropas de la Unión pudo acercarse a la muralla de piedra, pronto el campo al frente de las posiciones confederadas fue cubierto con cientos y luego miles de uniformes azules, más de 12 mil antes del atardecer del sábado 13 de diciembre.

            Gritando por ayuda, los heridos yacían en medio del cruel frío de toda aquella terrible noche. Cientos murieron a causa de sus heridas y de la exposición al frío.

            Al día siguiente, un domingo, amaneció frío y con neblina. Mientras la niebla de la mañana se disipaba, los agonizantes gritos de los heridos todavía podían oírse.

            Finalmente un joven soldado confederado, un sargento de 19 años de la Compañía G del Segundo Regimiento de Carolina del Sur de nombre Richard Rowland Kirtland le dijo a su oficial al mando: “Toda la noche y todo el día he escuchado a aquella pobre gente gritar por agua, y ya no puedo sopórtalo más. Yo pido permiso para ir y darles agua a ellos. Su solicitud fue inicialmente denegada sobre la base de que era demasiado peligroso. Finalmente el permiso le fue concedido y miles de asombrados hombres de ambos bandos vieron al joven con varias cantimploras colgadas alrededor de su cuello, subir sobre la muralla y caminar hacia los soldados de la Unión que yacían heridos. Él levantó la agobiada cabeza de un hombre, gentilmente le dio un sorbo de agua y lo cubrió con su propio abrigo. Luego fue al siguiente de los heridos, al próximo y al próximo. Cuando el propósito de Kirkland se hizo evidente claros gritos de agua, agua, surgieron por todo el campo.



“Cuando el propósito de Kirkland se hizo evidente claros gritos de agua, agua, surgieron por todo el campo”.

            Los soldados federales quedaron al principio tan sorprendidos que no pudieron dispararle al joven. Luego comenzaron a vitorear al joven sureño cuando vieron lo que estaba haciendo. Por más de una hora y media el sargento Kirkland siguió con su trabajo de misericordia.

            La compasión de Kirkland como la de Cristo hizo su nombre sinónimo de misericordia para toda una generación post guerra civil tanto en el norte como en el sur. Él llegó a ser conocido por los soldados de ambos lados del conflicto como el “Ángel de Mary´s Heights”.

            Su amoroso mensaje de misericordia es conmemorado por un monumento de bronce que se encuentra hoy al frente de la muralla de piedra de Frederickburg.

            La estatua representa al sargento Kirkland levantando la cabeza de un soldado de la Unión herido para darle un sorbo de refrescante agua”.  Gracias a mis ángeles. Rodolfo.

(Citado por: Alexander B. Morrison, Visions of Zion [Salt Lake City: Deseret Book Co., 1993]. 34). Mary´s Heights. Traducido por Rodolfo Acevedo.





           





           


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